sábado, 17 de marzo de 2012

Erase una vez...Morella.


Diario de Padan

Erase una vez un panadero...y soñador, erase una vez un policia local...y soñador, erase una vez un camionero...y soñador, erase una vez un comercial de exportación...y soñador, erase una vez un gran periodista...y soñador, erase ellos y sus monturas y erase una ciudad de ensueño: Morella.

Ya la noche anterior la divisábamos, a lo lejos, tal cual ejército que cabila en su conquista... recurriendo a la historia fue esta una ciudad conquistada en varias ocasiones, a pesar de su increíble muralla y de su inexpugnable aspecto. Guardó su aire morisco ante todo, y su orgullo montañés. Orgullo del reino de Valencia, en la provincia de Catellón y bajo la corona de España. Su término, en pleno Maestrazgo, es el tercero más grande de toda la Comunidad Valenciana, y cuenta su nucleo con 2.800 habitantes a día de hoy, curioso, sin embargo, pues en el 1.900 eran más de 7.000, y así a través de los años ha ido variando demográficamente dependiendo de lo que las posibilidades iban ofreciendo, al ser limítrofe con Teruel y Tarragona, sus habitantes se acostumbraron a estos vecinos que, en ocasiones, ofrecían más posibilidades que la misma ciudad.

Tal cual ejercito de Oz, ascendíamos hasta ella por un camino rojo... camino convertido en escalones más tarde, escalones largos que ascendíamos sin temor de resbalar, pues eran escalones hechos... o, al menos, mantenidos para los caballeros. Y estos 5 caballeros ascendían como si fuera este nuesro derecho. Sus adoquines sonaban bajo los cascos, dudo que haya banda sonora que despierte más sentiemientos en este animal racional que es el humano que el ruido de tan increíble, y digo bien, increíble binomio. El pueblo nos recibía, en son de paz.

Como no podría haber sido de otra forma nos alojamos en la romana plaza de toros, a la que el castillo hacía sombra, sombra que le agradecemos nada más y nada menos que al Cid Campeador, pues fue el quien lo reconstruyó.


Dormimos en la enfermeria de la misma, era el décimo día de "suelo" que nuestras espaldas disfrutaban (o sufrían), pero era tal el sentimiento de que, habíamos cumplido con un deber y de que, el deber se cumplía en nuestros compañeros (todos ellos al ser de esta región soñaban con "conquistar" esta ciudadela a caballo) que no hubo más que alegria en el grupo, alegría que desembocaba en bellas coversaciones, sabrosa cena, y fresca copa.

1 Día de descanso. Manu y un servidor salen de Morella. y, una vez más, erase una vez el camino, la carretera, la ruta y, la aventura, miramos atrás, claro que sí, y no se convirtió en sal, solo se convirtió en un recuerdo que, seguro, nos acompañará de por vida... no conocemos lo que nos depara, pero sí lo que atrás dejamos, y no dejamos más que esfuerzo, y buenos amigos, despeñaderos, y verdes valles, noches de pan y agua, y trufa con tostadas...dejamos sólo lo bueno... lo malo ya vendrá solo.

Rubén Gama Velasco

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